Hoy me he dejado llevar por mis pasos
inerte, ausente, autómata.
Caminaba en silencio,
despacio,
como queriendo borrar mís huellas.
Nadie me vio.
Yo no escuché a nadie.
Y así, sigilosamente,
como de puntillas,
mis pasos sordos me llevaron
hasta tu mirada
que apareció ante mí
majestuosa y clara,
como la mañana nueva,
como el manantial que brota,
tal y como la recordaba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario